PASTILLAS PARA EL ALMA:
"Con Cristo
resucita nuestra esperanza"
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JESÚS EUCARITÍA
"El que come mi carne y bebe mi sangre, vive de verdad, y yo lo resucitare en el ultimo día"
"Si confiesas con tu boca que Jesús es El Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo." (Romanos 10,9.)
CANTEMOS AL AMOR DE LOS AMORES
CANCION AL SANTÍSIMO - ENCUENTRO CON LOS JÓVENES
ADORACIÓN AL SANTÍSIMO - MARCO LÓPEZ
JESÚS SANA HOY - P. EMILIANO TARDIF

INTRODUCCION GENERAL A LOS EVANGELIOS

INTRODUCCION GENERAL A LOS EVANGELIOS

Para poder conocer mejor los Evangelios, es necesario conocer y recordar aquello en donde integran actualmente como miembros de ese bloque. Actualmente es llamado el Nuevo Testamento, que consta de 27 libros, que para nosotros los católicos, son inspirados por Dios y por tanto son sagrados.

INTRODUCCIÓN

Llamamos “Nuevo Testamento” a la colección de los 27 libros inspirados, escritos después de la resurrección de Jesús. A través de ellos conocemos a Jesús y la vida de la Iglesia en sus inicios.

No debemos confundir en que el término nuevo se refiere a anular lo anterior, sino a dar plenitud, asumiendo lo anterior. No caigamos en errores que nos pueden dar actitudes contrarias a lo que el señor nos quizo enseñar. En este aspecto debemos considerar a los judios como nuestros hermanos mayores en la fe, y que esperemos que acepten a Jesús como el Mesías esperado.

Todo el Nuevo Testamento gira alrededor de esta “Buena Noticia”: Jesús de Nazareth, nacido de María, por obra del Espíritu Santo, es el Salvador, el Mesías, el Hijo de Dios y Hombre verdadero; ha muerto y resucitado para dar a los hombres una Vida Nueva y para enseñar el camino que conduce a la verdad de nuestra vida y de nuestro destino, que es la gloria del Padre, junto a Cristo Jesús.


1. ¿Cómo nació en Nuevo Testamento?

Jesús no escribió nada ni de su vida ni de su doctrina. Tampoco mandó a nadie que escribiera su mensaje. Él sólo dijo: “Vayan y anuncien la Buena Noticia a todas las gentes, para que todos los pueblos sean mis discípulos”. Por tanto, el Nuevo Testamento fue, antes que nada, predicado, vivido y celebrado. Solamente en un segundo tiempo, cuando las primeras comunidades vivían y celebraban la fe en Cristo, y los testigos oculares de la vida y palabra de Jesús iban desapareciendo, se sintió la necesidad de poner por escrito esa fe y esa predicación de los apóstoles y discípulos. El Nuevo Testamento fue entonces el resultado de la fe y predicación de las primeras comunidades cristianas. Este hecho es muy importante porque nuestra fe no puede fundamentarse sólo en la Biblia escrita, como lo hacen los protestantes. Es más bien la Tradición (con el Magisterio de la Iglesia) que nos garantiza la verdad de la Biblia y nos transmite todo el depósito de la fe (cf. 2 Tim 1, 13-14).

Por tanto, el Nuevo Testamento tuvo dos etapas:


a) Una etapa predicada de boca en boca: el núcleo de esta predicación era este: Cristo Jesús, Hijo de Dios, muerto y resucitado. A este núcleo se le llama Kerigma, palabra griega que significa “anuncio, proclamación”. Este Kerigma seguía este esquema: se recuerda el acontecimiento de Jesús; se interpreta este acontecimiento con las Escrituras; y se llama al compromiso de la fe. Este Kerigma se anunció primero a los judíos y después, por obra de Pablo, a los paganos. El Espíritu Santo fue el gran protagonista de esta etapa predicada del “Evangelio”, inspirando, asistiendo, cuidando la vida y la palabra de los primeros misioneros.

b) Y una etapa escrita: fue un camino largo y complejo. En los primeros años algunas comunidades cristianas empezaron a resumir lo esencial de la predicación apostólica en fórmulas breves y fáciles de retener, que serían los primeros intentos del “Credo”. San Pablo cita una fórmula célebre: “Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras. Fue sepultado y resucitó al tercer día, según la Escrituras. Se apareció a Pedro, luego a los Doce” (1 Co 15, 3-5). Muy rápidamente, al celebrar la Eucaristía, nacerían también las “aclamaciones y fórmulas de alabanza a Cristo” (cf. Fil 2, 6-11; Col 1, 12-20; 1 Tim 3, 16). Así pasaron unos 30-35 años después de la resurrección. Y como los apóstoles iban muriendo, surgió el anhelo de poner por escrito todo, para no perder su memoria. Lo primero que se escribió fue el Relato de la Pasión. Más tarde, los dichos de Jesús, las parábolas y los milagros. Y así nacieron los cuatro Evangelios: primero Marcos, alrededor del año 70; después Mateo y Lucas, alrededor del año 80; por último, Juan, allá por el año 90. San Pablo, desde el año 40 había empezado sus viajes misioneros, fundando comunidades en toda Asia Menor; y para mantener los contactos con ellas, les escribe cartas, aconsejando, amonestando, enseñando, solucionando problemas. La primera que escribió fue el año 51 a los Tesalonicenses. Más tarde, en el año 63, escribió a los Corintios y a los Gálatas. Por tanto, los primeros escritos del Nuevo Testamento no fueron los Evangelios, sino las Cartas de san Pablo. Al inicio, los varios libros del Nuevo Testamento circulaban separadamente por las comunidades cristianas. Poco a poco se fueron juntando estos libros, cuando eran copiados a mano, hasta llegar a conformar todo el conjunto de los 27 libros canónicos.

2. ¿Cuándo se empezaron a reunir los varios libros, hasta conformar el “Canon” del Nuevo Testamento?

El más antiguo y más importante catálogo de los escritos del Nuevo Testamento fue descubierto en el siglo XVIII por un estudioso, llamado Muratori. El Canon de Muratori data de mediados del siglo II. Este catálogo contiene 22 libros, entre los cuales las 13 cartas de san Pablo. Todavía no es el Nuevo Testamento completo, pero es el primer intento que conocemos de empezar a reunir los varios libros.

Luego tenemos el testimonio de san Justino, que en su primera Apología del año 150 nos dice: “El domingo, todos se reúnen, leen las Memorias de los Apóstoles, que se llaman los Evangelios”. Esto nos asegura que ya a mediados del siglo II estaban reunidos los cuatro Evangelios. El catálogo ya completo de los 27 libros canónicos del Nuevo Testamento lo encontramos hacia el año 400.
3. ¿Originales o copias?

Los originales de los libros del Nuevo Testamento se perdieron muy pronto, debido a la escasa duración del material (papiro y cuero) en que se escribían, a mano, libros y cartas. Lo que ha llegado a nosotros son copias, muy antiguas por cierto, de pergamino u otro material, en número muy abundante, de varios libros o colecciones. Unos 3.500 manuscritos. Entre las colecciones o códigos más antiguos del Nuevo Testamento en griego podemos recordar:


a) El código Vaticano (siglo IV) que contiene casi todo el Antiguo Testamento y Nuevo Testamento.

b) El código Alejandrino (siglo V) que contiene el Antiguo Testamento y Nuevo Testamento e incluso cartas de san Clemente, no admitidas en el Canon.

c) El código Sinaítico (mitad del siglo IV) que contiene todo el Nuevo Testamento e incluso la Carta de san Bernabé y el Pastor de Hermas, no admitidas en el Canon.


La versión en latín de la Biblia es la Vulgata, terminada por san Jerónimo en Belén, hacia el año 400. Ya en este momento, los libros del Nuevo Testamento ya estaban completos y posteriormente fue esta versión de la Vulgata la que fue aprobada como oficial en la Iglesia, en el Concilio de Trento, en el año 1570.


Comencemos, pues, el Nuevo Testamento, con el alma abierta y con los oídos del corazón atentos. Es Dios quien nos habla, y quien nos ha escrito esta Carta. “Queremos ver a Jesús”, como aquellos griegos que acudieron al apóstol Felipe. Queremos ver su rostro para después hacerlo resplandecer ante las generaciones del nuevo milenio, como nos dice el Papa Juan Pablo II en su carta apostólica “Novo m0illennio ineunte” (n. 16).

En esta carta el Papa pone como prioridad en este Tercer Milenio la escucha de la Palabra: “Precisamente con esta atención a la Palabra de Dios se está revitalizando principalmente la tarea de la evangelización y la catequesis. Hace falta consolidar y profundizar esta orientación, incluso a través de la difusión de la Biblia en las familias. Es necesario, en particular, que la escucha de la Palabra se convierta en un encuentro vital, en la antigua y siempre válida tradición de la lectio divina, que permite encontrar en el texto bíblico la palabra viva que interpela, orienta y modela la existencia” (n. 39).

¡Ojalá que este mi libro, que explica la Biblia sirva para que conozcamos más al Señor, lo amemos, lo reflejemos en nuestra vida y lo comuniquemos por todo el mundo!


LOS EVANGELIOS COMO BUENA NUEVA.

Evangelio.- Evangelio, el significado originario de esta palabra es "Buena Noticia", "Buena Nueva", y al inicio, durante la predicación de los apóstoles, se usaba mucho esta palabra para indicar la Buena Nueva de Salvación en Cristo Jesús:
"Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura"
(Mc. 16,15). Los primeros cuatro libros del NT toman el nombre de "Evangelios" de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, según el orden del Canon.
Estos escritos nos presentan la vida, doctrina, pasión, muerte y resurrección de Jesús que ha sido constituido en Nuestro Señor y Salvador. De esta forma nos comunican la "Buena Noticia" de salvación en Cristo, para que el hombre se convierta a Dios y a sus hermanos y viva en comunidad.

1. Los evangelios canónicos

Los evangelios canónicos son aquellos que fueron aceptados por las primeras comunidades cristianas como inspirados, y pasaron a formar parte del canon o lista de libros inspirados del Nuevo Testamento. Son los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan.

Dentro del canon

Estos cuatro evangelios representan dos tradiciones. Los tres primeros (Mateo, Marcos y Lucas) tienen muchas cosas en común, porque dependen de una misma tradición, como veremos más adelante. Se les llama "sinópticos", porque pueden ser leídos en paralelo: "syn" = juntamente; "opsis" = visión. El evangelio de Juan es notablemente diferente a los tres sinópticos. Tanto el trazado como los contenidos y el estilo reflejan un clima y una tradición distintas. No obstante, a pesar de las diferencias, todos ellos narran los comienzos del ministerio de Jesús relacionado con Juan el Bautista, recogen sus enseñanzas y acciones, y terminan con el relato de su muerte y resurrección.

¿Biografías, o evangelios?

En los últimos años se ha discutido mucho sobre el género literario de los evangelios. La discusión es importante, porque puede ayudar a comprender mejor la naturaleza de estos escritos.

El único evangelista dio un nombre a su obra fue Lucas. Lo llamó "relato", y explicó que se había informado minuciosamente antes de escribirlo, y que había procurado hacer una exposición ordenada (véase Lc 1,1-4).

La clasificación de estos relatos como "evangelios" es, como hemos visto, tardía, pero aporta un dato interesante: a los cristianos de la segunda mitad del siglo II d. C. les resultaba difícil clasificar los relatos que contenían los recuerdos sobre Jesús con los términos que solían utilizarse para obras similares, porque los evangelios no se ajustaban exactamente a su estilo y contenido; por eso decidieron darles un nombre nuevo, y los llamaron evangelios.

Las semejanzas que existen entre los evangelios y las biografías helenísticas han llevado a algunos a clasificarlos como una forma particular de este tipo de biografías. Otros encuentran muchas semejanzas con las biografías de los profetas, en las que sus hechos y sus palabras están incluidos en un marco narrativo (véase p.e. la biografía de Eliseo en 2 Re 2-8), o con las biografías judías de la época intertestamentaria.

Es evidente que los evangelios tienen una intencionalidad biográfica, pues el propósito de sus autores fue componer un relato sobre Jesús, contando fielmente lo sucedido (Lc 1,1-4). Pero el criterio que siguieron los evangelistas al componer sus obras fue claramente pastoral. Lucas confiesa que su propósito fue fortalecer la fe de sus lectores (Lc 1,4), y Juan escribió el suyo, "para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo, y gracias a él, tengáis vida eterna"(Jn 20,31). Esta finalidad pastoral hace de los evangelios unos relatos muy particulares. En ellos se mezcla la fidelidad a la historia y a la tradición sobre Jesús con las necesidades de las comunidades cristianas, cuya fe intentan fortalecer.

¿Qué son los evangelios?

Resulta difícil definir con precisión qué es un evangelio, pero no es tan difícil describir los rasgos que caracterizan a los evangelios canónicos.

En primer lugar, los evangelios no son pura invención de sus autores, sino que recogen una tradición anterior, transmitida por los discípulos de Jesús en el seno de las comunidades cristianas. Esta fidelidad a la tradición recibida revela un claro interés histórico, aunque su concepción de la historia es distinta a la que tenemos los occidentales del siglo XX.

En segundo lugar, su contenido está organizado según un esquema común, cuyas raíces se encuentran en la predicación cristiana (Hch 10,37-40): comienzos relacionados con Juan Bautista, ministerio público, pasión y resurrección. Este trazado común sirve para situar dentro de un marco narrativo los dichos y acciones de Jesús, que habían sido transmitidos y conservados en las comunidades cristianas. La combinación de todos estos elementos sólo se encuentra en los evangelios canónicos, y es uno de los elementos que los distinguen de los evangelios apócrifos, como veremos más adelante.

En tercer lugar, aunque su forma externa es la de una biografía, en realidad su intención más profunda es de tipo pastoral. Los evangelios no son sólo la narración de unos acontecimientos históricos, sino la proclamación del gran acontecimiento de la salvación. Quienes los escribieron querían fortalecer la fe de sus comunidades y comunicar a otros un testimonio de fe, basado en una experiencia que había cambiado radicalmente sus vidas.


2. Los evangelios apócrifos

Además de los cuatro evangelios incluidos en el canon del Nuevo Testamento, en los primeros siglos de la iglesia surgieron otros escritos que también recibieron este nombre. Son los evangelios "apócrifos", palabra que en griego significa "oculto" o "escondido".

¿Un mensaje oculto?

Algunos grupos cristianos les dieron este nombre porque, según ellos, contenían enseñanzas ocultas de Jesús, que estaban reservadas sólo a los iniciados. Este carácter esotérico de algunos de ellos ha hecho surgir un gran interés por los evangelios apócrifos. La realidad, sin embargo, es que el término "apócrifo" se utiliza para designar a los escritos cristianos de los primeros siglos que tenían alguna semejanza en su forma o en su contenido con los escritos contenidos en el canon del N.T. Los evangelios apócrifos son, pues, escritos relacionados con la vida o enseñanzas de Jesús compuestos durante los primeros siglos del cristianismo, pero que no fueron admitidos dentro del canon.

El adjetivo "apócrifo" se aplica a escritos muy variados, tanto por su contenido y su forma, como por su procedencia y fecha de composición. Algunos son muy antiguos, otros son más tardíos; unos fueron escritos para comunidades judeocristianas, otros fueron reelaborados o compuestos por grupos gnósticos. De algunos sólo nos han llegado las citas recogidas por otros escritores cristianos; otros se han conservado en traducciones a otras lenguas antiguas. Un grupo importante de ellos, compuestos o reelaborados en el seno de grupos gnósticos, fueron hallados en 1945 en Nag Hammadi (Egipto) en los restos de un monasterio copto.

Evangelios parciales

Una de las características que mejor distingue a los evangelios canónicos de los apócrifos es el trazado de ambos. Los evangelios canónicos siguen un trazado, que va desde los comienzos del ministerio de Jesús hasta su resurrección. Los evangelios apócrifos, sin embargo, suelen desarrollar una sola etapa o elemento (la infancia de Jesús, sus enseñanzas, etc), porque en muchos casos nacieron para rellenar vacíos en los recuerdos de Jesús y sobre Jesús. Atendiendo a su contenido pueden clasificarse en cuatro grupos:
- Evangelios de la infancia. Narran el milagroso nacimiento de Jesús, o los milagros realizados durante su infancia. Algunos de ellos fueron muy populares y se tradujeron a diversas lenguas. El más conocido es el "Protoevangelio de Santiago", que cuenta el nacimiento milagroso de la virgen; en él se dice también que sus padres se llamaban Joaquín y Ana. Ha sido muy importante en el desarrollo de la mariología.

- Evangelios de dichos. Son colecciones de dichos y enseñanzas de Jesús sin un contexto narrativo. Este tipo de colecciones se conservaron y reelaboraron sobre todo en los círculos gnósticos, que buscaban las enseñanzas secretas de Jesús, pero el núcleo de algunas de estas colecciones es muy antiguo. Los dos evangelios de dichos más conocidos son el "Evangelio de Tomas" y el "Apócrifo de Santiago", que son muy interesantes para el estudio de la tradición de los dichos de Jesús.

- Evangelios de la pasión y resurrección. Intentan completar los relatos de la muerte y resurrección de Jesús. El más conocido de todos el el "Evangelio de Pedro", en el que este apóstol cuenta los acontecimientos de la pasión en primera persona. Según algunos estudiosos, este evangelio contiene una forma muy antigua del kerigma de la pasión y muerte del Señor, que también fue incorporado por los evangelios canónicos.

- Diálogos del resucitado. Es un género típicamente gnóstico. Recogen enseñanzas del resucitado a alguno de sus discípulos. Las enseñanzas conservadas en ellos son de tipo esotérico, y casi no tienen relación con las del Jesús terreno. El más conocido es el "Evangelio de María", que contiene las revelaciones de Jesús a María Magdalena cuando se le apareció. Es claramente un desarrollo de los relatos de los evangelios canónicos (Mt 28,8-10, y sobre todo Jn 20,11-18).

¿Qué interés tienen los evangelios apócrifos?

Los evangelios apócrifos son, en la mayoría de los casos, más tardíos que los evangelios canónicos, a los que intentan completar. Esto significa que son poco útiles para recuperar recuerdos históricos sobre Jesús. Sin embargo, algunos de ellos son interesantes para el estudio de los dichos de Jesús, y para conocer cómo pensaban y vivían algunos grupos cristianos de los primeros siglos.

Para el estudio de los dichos de Jesús, el más interesante de todos es el Evangelio de Tomás. Contiene ciento catorce dichos, de los cuales setenta y nueve tienen paralelos en los sinópticos. Según algunos, esta colección de dichos es muy antigua, y es independiente de los evangelios sinópticos y de sus fuentes. En ella, por ejemplo, la mayor parte de las parábolas aparecen sin interpretación, lo cual confirma la hipótesis de que las interpretaciones que encontramos en los evangelios canónicos de las parábolas de Jesús son obra de la iglesia (véase introducción a Mt 13,1-52 y comentario a Mt 13,47-50). Parte del original griego se ha conservado en un papiro del siglo II d. C. El texto completo, con añadidos gnósticos, es accesible a través de una traducción al copto datada en el siglo IV d. C., que se encontró en Nag Hammadi.

Los evangelios apócrifos son también interesantes para conocer la visión de Jesús y de la iglesia que tenían algunos grupos cristianos en los primeros siglos. Lo más interesantes en ellos, muchas veces, no es lo que dicen sobre Jesús, sino lo que dicen sobre las comunidades y grupos en los que fueron compuestos, que revelan el rostro de un cristianismo más plural. Son pues, de gran importancia para la reconstruir la historia de los orígenes del cristianismo.
El Problema sinóptico.
En referencia a los tres primeros Evangelios, encontramos muchas similitudes que se cree que tuvieron que utilizar fuentes muy cercanas. Se le conoce con este nombre porque, como dijimos un poco atrás,
Estos cuatro evangelios representan dos tradiciones. Los tres primeros (Mateo, Marcos y Lucas) tienen muchas cosas en común, porque dependen de una misma tradición. Se les llama "sinópticos", porque pueden ser leídos en paralelo: "syn" = juntamente; "opsis" = visión. El evangelio de Juan es notablemente diferente a los tres sinópticos. Tanto el trazado como los contenidos y el estilo reflejan un clima y una tradición distintas. No obstante, a pesar de las diferencias, todos ellos narran los comienzos del ministerio de Jesús relacionado con Juan el Bautista, recogen sus enseñanzas y acciones, y terminan con el relato de su muerte y resurrección.
En este aspecto, se ha tratado tanto, desde diversos aspectos, que ahora encontramos muchas complicaciones, lo que ahora intentaremos es solo hacer un resumen, que nos den una visión general. Se han dado diversas soluciones para responder, como posiblemente fueron escritos estros tres evangelios.
La más aceptada en estos tiempos por los exegetas es la llamada “teoría de las dos fuentes”, donde Mt. y Lc. dependen de Mc. y que escribieron independientemente unouno de otro. Lo que tienen en común y que no han tomado de Mc. se cree la existencia de otra fuente llamada “Q”-


Esta es la figura que ilustra esta teoría. Tenemos que tener en cuenta no hay una solución que responda a todas las dificultades, pero esta es la más aceptable por ahora.